Hace no mucho tiempo, a orillas del mar, en un pacífico pueblo vivía un alegre niño llamado Javi Cid. Y vivía con algunos simpáticos perritos, concretamente cinco perritos, que parecían pequeños perritos muy alegres. Se llamaban Lilipuf,
Y tenía uno que se llamaba Mimitos. Lo quería mucho. Pero en aquellos tiempos Javi tenía que trabajar para el Rey de Villa Tranquilidad y siempre le hacían encargos porque había dos reyes a los que el Rey siempre les pedía dinero: el Rey de Villa Inquieta y el Rey de Villa Nerviosa, que le debían dinero al Rey de Villa Tranquilidad. Pero la verdad es que no se llevaban muy bien.
Cuando los cinco, mis madres, yo y mi hermana, y mi Lilipuf estábamos viviendo muy felices empezaron algunas personas a contar mentiras sobre Javi Cid al Rey. El Rey se enfadó un montón y nos desterró del pueblo donde vivíamos. Pero además ordenó que solo yo y mi perro nos fuéramos y mi familia se quedara ahí bajo arresto domiciliario.
De repente, dijo la mejor amiga de Javi Cid:
"Espera, yo voy contigo."
Así que los tres (yo, mi perro y Laura) montaron en sus caballos. El Rey de Villa Tranquilidad no nos lo había puesto fácil pues, por si fuera poco, nos había cortado el suministro de comida y agua, quitándole a los aldeanos su comida para que no nos pudieran dar nada de comer. Pero afortunadamente, Laura llevaba un queso en un baúl especial para guardar quesos y nos lo comimos entre los dos. Pero mi pobre Lilipuf no pudo comer nada. Nos volvimos a montar en los caballos.
Llegaron a un pueblo donde se hospedaron en una pequeña casa abandonada pero el Rey los descubrió. Pero afortunadamente, aunque sabía que estaban en una de las casa, no sabía en cuál, así que Javi, Lilipuf, Laura y Mudsdale (es mi caballo) pudieron quitarle las armaduras a los caballeros e infiltrarse en el castillo. Pero al llevar a Lilipuf con ellos, el Rey Ernesto los descubrió y tuvieron que escapar aunque los guardias no se lo pusieron fácil pues cogieron sus espadas y sus mascotas, y empezaron a atacarles.
Al final pudimos salir vivos, pero no muy sanos, pues nos habían dado unos buenos golpes. Volvimos a la casa que estábamos usando como cobijo y nos dormimos hasta la mañana siguiente.
Y más tarde en el castillo el Rey, cuando Javi y sus compañeros estaban durmiendo, el Rey se encontró una espada a la que se había pegado una estrella negra que lo poseyó y que ordenó que atacaran todas las casas.
Continuará...
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